El paro crece en la ciudad, el nivel de pobreza va a ir en
aumento y no quiero entrar en la valoración de cuantos políticos tenemos,
cuantos nos hacen falta, que pienso de la monarquía, en que medida los bancos están
siendo participes de todo este desaguisado que nosotros las clases medias y
bajas estamos pagando. No quiero entrar por que no acabaría y no lo quiero
hacer por que casi siempre me he decantado por las noticias y comentarios
locales.
Como decía, la pobreza va en aumento y en la ciudad también
se aprecia, las colas en el comedor municipal ahora son mas largas, vemos a las
puertas de supermercados e iglesias a gente pidiendo que ayer no aparentaban
necesitarlo, no creo que sea solo una apreciación mía, pero me da la impresión de
que cada vez veo mas gente con la mano extendida y eso no es bueno para nadie y
menos para ellos, un profesor me dijo una vez, “el exceso de información,
provoca desinformación” cierto y como nos cansamos de todo cuanto mas vemos
menos parece afectarnos, estamos tan acostumbrados a salir de hacer la compra y
encontrar a alguien en la puerta que apenas miramos para no pisarlo, todos
cabizbajos con los ojos tristes y rogando ayuda, pero ayer mismo pude ver una imagen
que me impacto mucho mas, a mi y a todo el que paso por las cuatro esquinas a
la altura del Flor, allí sentado en el suelo, sonriente y con una nariz de
payaso, pedía como todos y lo hacia de forma distinta, un cartón con una frase
a cada lado “una moneda para comprarme un Ferrari, Diesel” “una moneda para un
viaje a la luna”.
El que ayer no lo necesitaba, el que hoy no sabe como llegar
a mañana, todavía sonríe y espera hacer sonreír a alguien por una moneda.